miércoles, 17 de septiembre de 2008

Juan del Junco y el sueño del ornitólogo


Juan del Junco ha estado dos años trabajando con pájaros muertos, mejor dicho con pieles disecadas de pájaros muertos. Hace unos meses me lo encontré en el centro de Sevilla, montado en su bicicleta, con su cámara en bandolera y unas gafas de aviador. Iba camino del Pabellón de Perú, donde la Estación Biológica de Doñana conserva su colección de pieles de aves disecadas, a las que -según me informó- llevaba más de año y medio fotografiando para un proyecto que pensaba exponer en el Museo de Huelva. Me contó que su padre era Ornitólogo y de niño, en muchas ocasiones, lo había acompañado en sus labores de catalogación y estudio de pájaros.

Ayer por la noche, mientras en Londres Damien Hirst estaría celebrando los 140 millones de euros recaudados en la subasta de, entre otros, El becerro de oro y El reino (un becerro ensortijado y un tiburón, respectivamente, mantenidos en formol); y mientras, a tiro de piedra, Madonna cantaba ante 45.000 fieles en el estadio olímpico, se inauguró en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo EL SUEÑO DEL ORNITÓLOGO II (DEL PHYLLOSCOPUS SIBILATRIX A LA OXIURA JAMAICENSIS). Las 260 fotografías de pieles de pájaros ocupan las cuatro paredes de la capilla de San Bruno; en ese reducido espacio, el techo ha sido cubierto por una lona para evitar interferencias, lo que proporciona la ilusión de hallarse en un laboratorio científico. Buitres, águilas, patos, cigüeñas, Búhos, y también pájaros de pequeña envergadura, fotografiados impecablemente sobre un fondo blanco y una luz fría; ejemplares sin entrañas, con algodones blancos en los ojos y etiquetas identificativas atadas a sus patas. El conjunto, en contra de lo que se pueda pensar tratándose de pájaros muertos, produce una extraña tranquilidad, un sosiego que intento explicarme pensando en el silencio, la quietud y la honestidad de unos cadáveres que no fingen la ilusión de estar vivos como las obras del taxidermista, y que, sin embargo, atesoran la belleza viva de la perfección natural. Perfecto viene del participio latino perfectus que significa acabado, y al contemplar en estos ejemplares el diseño que la naturaleza a lo largo de miles de años de evolución ha proporcionado a las especies, uno no puede más que admirarse de su perfección, del bello acabado de las formas, en las que nada sobra ni falta.

Juan ha procedido con rigor técnico en la realización de esta obra, hasta el punto de manifestar que su idea es que las imágenes puedan servir, más allá de su razón de ser estética, como archivo fotográfico-científico. Le pregunto por la escala de la reproducción de las imágenes y me contestas que escala 1: 1, que las aves están a tamaño real y que sólo en algunos casos hay un ligero aumento de un 5%. Pero no nos equivoquemos, ese esfuerzo riguroso y esa distancia documental, son un atajo artístico para mostrar una experiencia subjetiva: en este proyecto, leo hoy en El País, Juan trata de aunar, en sus propias palabras, “lo biográfico y lo científico para reconstruir un catálogo de las aves que podían encontrarse en la península ibérica durante mi niñez”.

Yo creo que es un sueño común a muchos niños el querer ser biólogos. Juan tuvo la suerte de tener un padre ornitólogo y ahora, con 36 años vuelve sobre aquel sueño infantil, y nos deja asomarnos a él, a través de ese asombroso inventario de pieles de aves disecadas que alumbra, sin aditamentos ni amaneramientos artísticos, la bella perfección de la naturaleza.
Creo además, que El sueño del ornitólogo marca un punto de inflexión en la producción de este artista. Sus fotografías anteriores estaban habitadas por personajes enajenados en ambientes domésticos, una teatralización, si quieren, de la soledad y la incomunicación contemporáneas, imágenes no exentas de poesía y buen hacer pero inevitablemente condenados por su temática y artificiosidad a terrenos ya trillados por la fotografía contemporánea. Pareciera que el artista enfrentado a la inercia de repetirse ha decidido aventurarse, con método y honestidad, en un cambio de registro. Si ya en su trabajo anterior Del naturalista y lo habitado: huellas, trazas y el artificio del artista apuntaba hacia un nuevo horizonte, en EL SUEÑO DEL ORNITÓLOGO (DEL PHYLLOSCOPUS SIBILATRIX A LA OXIURA JAMAICENSIS) lo alcanza de lleno.

*Si quieren ver mejor las imágenes pinchen encima.
**Si quieren ver, y sentir, mejor la obra, tienen hasta enero para visitar EL SUEÑO DEL ORNITÓLOGO II (DEL PHYLLOSCOPUS SIBILATRIX A LA OXIURA JAMAICENSIS) en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Avenida Américo Vespucio, 2. Sevilla).

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