miércoles, 17 de septiembre de 2008

Cartas de amor y desamor a Sophie Calle



Yo estuve en la Bienal de Venecia entre otras cosas para ver la obra de Sophie Calle. A partir de un e-mail de ruptura sentimental recibido, Sophie encarga a 107 mujeres, de las más variadas profesiones, que lo reinterpreten. La instalación que ocupaba todo el pabellón francés -con vídeos, fotos y los comentarios y anotaciones de las mujeres invitadas- se titulaba Prenez soin de vous (Cuídese) porque esas eran las palabras finales de la misiva con las que se despedía el remitente: “Tomé la recomendación al pie de la letra” explica en el catálogo. “Pedí a 107 mujeres que me ayudaran a interpretar el e-mail. Que lo analizaran, lo comentaran, lo representaran, lo bailaran, lo cantaran, lo disecaran, lo agotaran. Que hicieran el trabajo de comprender por mí. Que hablaran en mi lugar. Una manera de tomarme mi tiempo para romper. A mi ritmo. En definitiva, cuidarme".

Entre bailarinas, poetas, matemáticas, abogadas, pintoras, maestras de Ikebana, policías, psicoanalistas, campeonas de tiro de precisión, contables, astrólogas, y un largo etcétera, estaban Victoria Abril y Christina Rosenvinge, aportando su granito de arena en aquella multitudinaria y pública respuesta estética al misterioso G., el cual en ningún momento de su carta deja de tratar de usted a la desconsolada Sophie.
La instalación era apabullante y eso en parte le restaba fuerza; no sé si por mi condición de varón, pero tanto despliegue impúdico, me hizo sentir una enorme simpatía por G. En las antípodas de aquel espectáculo de exhibicionismo coral recordé otra obra de Sophie, esta vez una carta de amor, recogida en Des histoires Vraies, que a mí me parece memorable porque demuestra con muy pocos elementos que el amor es ante todo una construcción retórica, un cuento, y en este caso, además, de pago. Un párrafo le basta para desenmascarar la retórica amorosa y extender la sospecha sobre la verdad de los sentimientos. También, y en sentido inverso, puede pensarse en la perturbadora idea de que tal vez el amor se pueda comprar. Decidan ustedes y, en cualquier caso, cuídense:

La carta de amor

Sobre el escritorio anda rodando con desidia desde hace años una carta de amor. Nunca había recibido una carta de amor. Le encargué una a un memorialista. Recibí, ocho días más tarde, una bella carta de siete páginas, escrita en verso y pluma. Me había costado cien francos y el hombre dijo: "...yo, sin moverme, he estado en cualquier parte donde tú estabas..."
Sophie Calle, Des histoires vraies.


*Las imágenes están tomadas en la instalación Prenez soin de vous realizada por Sophie Calle en el Pabellón Francés, durante la 57 Bienal de Venecia.

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