lunes, 22 de septiembre de 2008

Cambalachemás allá del siglo XX

Yo la conocí en la voz de Serrat, una versión que venía en el doble disco en directo que mis padres tenían en casa. Supongo que ese sería el primer tango que escuché. En mi casa había también discos de Jorge Cafrune y de José Larralde, pero eso más que tangos eran milongas camperas, coplas de payadores perseguidos y cantos de denuncia. Sólo una vez estuve en Buenos Aires y el taxista que me recogió en el aeropuerto iba escuchando una casete de Larralde; decía que ese sí que cantaba las verdades, las cosas que pasan en este jodido mundo.

Los tangos eran más de mis abuelos que de mis padres, más de los años treinta que de los sesenta. Al parecer mi abuelo lo bailaba muy bien, y así conoció, durante la guerra, a mi abuela. Supongo que puedo decir -estas cosas cursis de rimar el origen a conveniencia-, que el que yo esté en este mundo es en parte gracias al tango, a esa “mitología de puñales”, como escribió Borges, a esa “canción de gesta [que] se ha perdido/ en sórdidas noticias policiales”. Más que esas definiciones del poeta, sin embargo, a mí me gusta la que dio Enrique Santos Discépolo: "el tango es un pensamiento triste que se baila". Me gusta pensar, suena bien, que mis abuelos se conocieron bailando pensamientos tristes. Discépolo también decía que "la tristeza es el corazón que piensa".

El tango Cambalache fue compuesto en el año 34 por Discépolo para la película “El alma del bandoneón”, protagonizada por Libertad Lamarque, cantante que llegaría a ser la novia de América, y que en aquellos años treinta era famosa en Argentina por lo que se llamó “ópera tanguera”, una suerte de híbrido entre el recitado y el tango. Quizás algunos recuerden de ella “Así era mi madre”, película que protagonizó en el 61 junto al sin par Joselito. Pero no nos desviemos del tema que nos ocupa, aquí la tienen con su Cambalache:

En el año 1935, se pudo escuchar por toda España este tema en boca de Ana Luciano, más conocida por Tania, española que emigró siete años antes a Buenos Aires donde conoció a Discépolo, al que acompañaría hasta su prematura muerte en 1951. De ella dice Antonio Pau, en su imprescindible “Música y poesía del tango”, que tenía “una alegría desbordante que trituraba la adversidad” y que “consiguió dar unos años de serenidad a la vida de Enrique Santos Discépolo. A ella le debemos el ambiente de paz que hizo posible algunos de los mejores tangos del siglo”. Bravo por Tania, bravo por las mujeres alegres que nos libran de las tormentas.

En su viaje por España, a los cinco días de llegar, conocieron a García Lorca, el cual les organizó un viaje a Toledo, ciudad en la que había nacido Tania. Por orden del señor alcalde ese día sonaron en la plaza de Zocodover el himno español y el argentino. El tango que más le gustaba a Lorca era "Esta noche me emborracho", tema con el que Discépolo se hizo famoso en el año 28 y que ya interpretaba Tania antes de conocerse. De hecho se conocieron porque a Discépolo le hablaron de una cupletista española que lo cantaba muy bien, y así que se fue a escucharla. Pues bien, estuvieron rodando por toda España su amor y sus tangos, y de aquí se fueron a Tánger y a Tetuán con la intención de regresar en el verano del 36. La guerra lo impidió, aunque sus tangos seguirían sonando por España, en plazas de pueblo y casinos como aquel en los que se conocieron mis abuelos.

Mi tango preferido es Cambalache, y no sólo porque fue el primero que escuché, sino porque me parece que es una canción que mantiene su actualidad y está escrita con una inteligencia que no admite réplica. Es algo más que una canción protesta -como las de José Larralde que le gustaba al taxista porteño-, es un alegato moral, existencialista, el pasmo ante un mundo en el que todo vale y en el que a nadie importa si naciste honrao. Un resumen de lo que ha sido el siglo XX y de lo que el XXI continúa siendo sin visos de mejorar. Hay quien lo ha citado como adelantada denuncia del posmodernismo, en cuanto a que señala 50 años antes la ruptura de jerarquías y valores que impera en el mundo cultural y político desde hace 30. Es la canción idónea, vaya, para echarle en cara a la legión de cínicos que nos rodea; si la vida fuera un musical, yo estaría todo el día cantándola.

Discépolo murió en el 51 y Tania le sobrevivió casi medio siglo cantando sus composiciones. En los sesenta, años en los que el tango atravesaba horas bajas –y mis padres se conocieron-, Tania se retiró a un pequeño local alquilado al que le puso el nombre de Cambalache. Durante la dictadura militar argentina supongo que se enteraría de que las autoridades competentes recomendaron la no difusión de aquel tango por la radio y la televisión.

La versión que les traigo es la del uruguayo Julio Sosa, el varón del tango, un cantante que devolvió al género el origen malevo y el desgarro provocador, salvándolo del estilo almibarado y melodramático de los imitadores de Gardel. Es una gran versión, espero que la disfruten tanto como yo:

1 comentario:

Anónimo dijo...

ME ENCANTO LLER TU POST