domingo, 24 de abril de 2011

Cómo se hace una canción. Este jueves Christina Rosenvinge, Julio de la Rosa, Le Voyeur Méndez y un servidor tratarán de desvelar el misterio.


Estimados amigos, queridas amigas: tengo el placer de invitaros al acto de presentación del taller de Escritura de Canciones.Será una clase abierta donde se tratará de responder a la pregunta de cómo se hace una canción. Para este fin contaré con la ayuda de Christina Rosenvinge, Julio de la Rosa y Miguel Marcos, que compartirán con el público su experiencia de años componiendo canciones.

Será este jueves 28 de abril, a las 20 horas, en el Hotel Kafka (Hortaleza, 104, Madrid).



El taller de Escritura de Canciones que presentamos con la clase abierta de este jueves, se realizará del 7 de mayo al 25 de junio, los sábados de 11 a 2 de la tarde. La finalidad del curso es la composición por parte del alumno de una canción. Mediante clases teóricas que se centrarán en el análisis de canciones en español y la realización de ejercicios prácticos, sentaremos las bases para la creación de canciones propias. No son necesarios conocimientos musicales, trabajaremos principalmente sobre las letras, sin descuidar su imbricación con la música.

El estudio de la métrica, del estilo, del tono literario y de la tonalidad musical, del sentido, de la interpretación y del contexto a través de los ejemplos que analizaremos, proporcionará al alumno herramientas técnicas y expresivas para crear su canción.

Este acercamiento teórico se apoyará también con nociones básicas de Etnomusicología referidas a la canción de consumo. Se trata de aprender a escuchar desde una perspectiva crítica, atendiendo tanto a la estrategia puramente creativa como a los usos y funciones que cumplen en nuestra vida las canciones, con el objetivo de intentar componerlas yendo más allá de los clichés.

El curso terminará con la grabación de la canción compuesta por el estudiante. Una grabación sencilla, la voz acompañada por un instrumento, que permita la objetivación de la canción, es decir, la posibilidad de que el estudiante pueda escuchar desde fuera el tema que ha compuesto y ser de esta forma más consciente de su labor creativa. Para esta grabación contaremos con la asistencia de Miguel Marcos, músico, productor y profesor de Armonía en el Hotel Kafka.

A lo largo del curso recibiremos tres visitas de cantantes-compositores: Christina Rosenvinge, Julio de la Rosa y Miguel Marcos (Le Voyeur Méndez) responderán a nuestras preguntas y nos explicarán cómo se hace una canción, a partir de un par de temas de su repertorio que interpretarán para la clase.


El Taller de Escritura de Canciones se impartirá:
Los sábados de 11:00 a 14:00 horas.
Desde el 7 de mayo al 25 de junio.
En el Hotel Kafka, C/ Hortaleza, 104 (antigua editorial de Pérez Galdós), Madrid.


Para más información sobre el curso pincha aquí.

Christina Rosenvinge, Julio de la Rosa y Le Voyeur Méndez.


Cuando conocí a Julio de la Rosa (Jerez, 1972), yo estaba grabando mi segundo disco en el estudio de su hermano Leo, en Jerez. A través de este me llegó una maqueta con cuatro o cinco temas del proyecto en solitario que estaba preparando tras la disolución de El Hombre Burbuja, el grupo que lideró entre 1995 y 2002. Escuché de manera obsesiva aquella maqueta, llena de arreglos luminosos producidos por el mismo Julio en su estudio casero. Cuando salió M.O.S.,el disco, la mitad de las canciones de la maqueta no estaban y la producción era sorprendentemente sobria: batería, guitarras electricas, bajo electrico, percusión y poco más. Lo que al principio me pareció raro, y hasta lamenté por el cariño que le había cogido a la maqueta, con el tiempo me pareció una muestra de insobornable talento artístico. En M.O.S. además está una de las mejores canciones de desamor que se han escrito en este pais en los últimos años, Braile (segunda parte) , con un estribillo lapidario: canción de amor en braile/ y a los ciegos suerte.
Como Julio de la Rosa ha grabado tres discos más, el último de los cuales La Herida Universal se publicó en el 2010. Ha participado también en el proyecto Fantasma#3 (Los amores ridículos, 2006) y ha grabado numerosas bandas sonoras para cine, teatro y televisión, entre las que destacan Siete vírgenes y After (Alberto Rodríguez) y Una palabra tuya (Ángeles González-Sinde). Como escritor ha publicado los libros Tanto rojo bajo los párpados y Diez años foca en un circo.

Pueden ver el video de Tan Amigos, de La Herida Universal, una canción que retrata bien los amores de baja intensidad de estos tiempos nebulosos, donde los amantes no hablan de amor y si lo hacen, aclaran enseguida que lo suyo en realidad es sólo una amistad, sin compromiso, sin riesgo, sin miedo, sin futuro y sin pensión.



Del mismo disco, Las camareras, una celebración de los amores fugaces, de los tropiezos a pie de barra buscando camarera con la que aterrizar, una defensa con un punto de ironía del caracter del enamoradizo impenitente. En realidad -el protagonista entra en escena con heridas aún abiertas de un amor que me hizo mal- la canción más que una celebración de los amores frívolos, la escucho como un monólogo del malherido rumiando mentalmente una salida del laberinto pasional que aún lo hiere,ensayando a su vez una posible conversación con el amor que fue, una conversación de esas clásicas de ruptura, llena de detalles lacerantes, en este caso encarnados en camareras que uno imagina voluptuosas.



A Christina Rosenvinge la conocí hace unos cuatro años y poco tiempo después compartimos un viaje con los señores moriarty y otros amigos a la 57 Bienal de Venecia. La artista Sophie Calle había reunido en el proyecto que presentaba en el pabellón francés a 107 mujeres leyendo una carta de ruptura que un tal G. le había mandado para dar por terminada la relación amorosa que mantenía con Sophie. De esta obra ya me ocupé, en un post pasado.

En fin, Christina era una de esas 107 mujeres; en la foto Sophie la retrató en el bar del teatro Odeón parisino y en el video la grabó cantando una versión de la mencionada carta, en aquel patio de butacas de terciopelo rojo.
Christina entonces estaba componiendo canciones para su vuelta discográfica en español, después de una trilogía en inglés en la que contó con el apoyo de los músicos de Sonic Youth. Antes de Tu labio superior, el disco en solitario, sacó un Ep de siete canciones con Nacho Vegas. Un verano fatal, se llamó la criatura, de la que os dejo una nana, No lloro por tí, donde la nostalgia del paraiso (complejo de Edipo, lo llamó Freud)se conjuga con un sentimiento de ruptura en el susurro de una justificación por las lágrimas caídas que querrían ser por otra cosa, por ti desde luego, no:



Pocos cantantes pueden presumir tras 15 discos grabados de vivir su mejor momento artístico. De hecho, no creo que haya alguien como Christina en el panorama nacional, con una trayectoria que arranca con éxito de masas en los ochenta, continúa en los noventa en solitario, en el 2001 da un giro neoyorkino en tres discos, para en su última etapa volver al español con dos discos (además de aquel Verano fatal), Tu labio superior (2009) y La joven Dolores (2011) y ganarse la aceptación de crítica y público en España y Sudamérica.

De Tu labio superior, os dejo La distancia adecuada:



De La joven Dolores, Mi vida bajo el agua:



A Miguel Marcos, le conocí cuando propuse este curso de escritura de canciones en el Hotel Kafka, donde él da clases de armonía, composición y arreglos. Acaba de sacar su proyecto Le Voyeur Méndez, de la estirpe de un Tom Waits o de un Vinicio Capossela. Vestido de su personaje se le puede ver los domingos finales de cada mes en la sala Taboo, acompañado por otros músicos en un espectáculo loco y enérgico. Es joven pero ha hecho muchas cosas y ha tocado con mucha gente, un tipo activo donde los haya que se encargará de grabar las canciones de los estudiantes que asistan al curso. Aquí les dejo, El infierno, single promocional de su proyecto erótico-místico-bizarro-y-ambulante:

El Infierno

Ellos tres estarán este jueves 28 conmigo, a las ocho de la tarde, presentando el curso de escritura de canciones en el Hotel Kafka. Os esperamos, sois todos bienvenidos.

sábado, 16 de abril de 2011

Gran disputa: el Madrid y el Barça contra El Estado Mental



El miércoles 27 es la noche de los libros y la tarde de la Champions. A un lado de la Castellana el Bernabeu y al otro, en Comandante Zorita, 48, Ivorypress, la galería y librería de arte donde Antonio Rodríguez de las Heras, Borja Casani, Amador Fernández-Savater y un servidor tendrán una conversación sobre la revista El Estado Mental. El título del encuentro es “el futuro es curvo”, una frase sacada de la entrevista que le hicimos a Rodríguez de las Heras.

El azar que ha propiciado la coincidencia puede verse como un infortunio: contando con que no a todo el mundo le gusta el futbol, ¿qué despistado de esa minoría silenciosa se acercará a las ocho de la tarde, tres cuartos de hora antes de que comience el partido, por las ruidosas y masificadas inmediaciones del campo, para oír una conversación sobre una revista cultural?

La disputa futbolera no ha hecho más que subrayar el carácter pirotécnico de estos macroeventos culturales de noches en blanco con las que las autoridades gobernantes parecen agotar su estrategia cultural. Lejos de la imagen del hombre sabio en la soledad sonora de sus lecturas, la noche de los libros configura un ruidoso rebaño de turistas ramoneando por los prestigiosos predios de la cultura, o mejor dicho de su simulacro espectacular. De ese ocio gregario poco se puede esperar, más allá del dolor de pies y algún momento de distracción. Hay por supuesto muchas cosas interesantes, pero su carácter industrial, de fabricación a gran escala, desvirtúa inevitablemente la propuesta, convirtiendo en previsible el producto que se ofrece. Lo digo yo, que he participado ya en tres de estas noches insomnes, feliz de me llamaran y que me pagaran – ¡El Hombre Delgado se vende barato!-, y que, sin embargo, siempre he pensado que la política cultural tendría que ir en sentido contrario a estos macrobotellones culturales. Como predicaba Friedrich Schumacher, lo pequeño es hermoso, un axioma que deberían tatuarse en la frente esos políticos de gustos faraónicos que gobiernan esta ciudad.

Y claro, puestos a competir en muchedumbres, el futbol en general -y un Madrid-Barça en particular- gana por goleada. No se podía saber con antelación (el futuro es curvo) pero cuando se supo la coincidencia, en la misma presentación de la Noche de los Libros, la presidenta Aguirre, con su natural gracejo, propuso posponer la cita al día siguiente; la cita de los libros, se entiende. Al final, como un pulso de antemano perdido –la maquinaria puesta en marcha no puede parar-, se mantiene la fecha del miércoles 27. Y a mí, de pronto, me parece que la cosa tiene más sentido, que la tarde en Ivorypress se presenta imprevisible y mucho más interesante de lo que pintaba en un principio, cuando nada se sabía del partido.

La obra que encabeza estos párrafos, En juego, de Eugenio Ampudia, aunque está realizada en el 2006 viene como anillo al dedo para ilustrar este post. Noten hasta que punto el encaje resulta sorprendentemente ajustado, fíjense en el increíble parecido del libro pateado con nuestra revista, El Estado Mental: las hechuras, el lomo negro y hasta el rosa del título de la portada parece ser el mismo…



P.D.: y lo dicho, si alguien se quiere pasar el miércoles 27 por Ivorypress, allí estaremos, a las ocho en punto de la tarde.

jueves, 7 de abril de 2011

Antonio Rodríguez de las Heras en el Boomeran(g)


Acaban de publicar en El Boomeran(g) la entrevista que le hice a Antonio Rodríguez de las Heras, catedrático de Historia Contemporánea de la Carlos 3 al que tuve la suerte de tener como profesor en el doctorado. El curso se llamaba Humanismo y Nuevas Tecnologías y el hilo conductor era la evolución del libro, de las tabletas de arcilla al soporte digital. Antonio había sido el decano de mi facultad de Humanidades, un cargo que llevó con elegancia y buen hacer, incluso en situaciones incómodas como cuando lo convocábamos desde la asamblea de estudiantes para exigirle reformas urgentes. Ya saben, la juventud siempre con prisas.

Años después de licenciarme me metí en el Doctorado de Humanidades y, de rebote, acabé en su curso. Antonio hablaba del libro como una máquina de memoria exenta, del hombre de hoy como el hombre protético, de internet como una prótesis que amplifica el cerebro humano, de las nuevas tecnologías como palanca de Arquímedes con las que cambiar y mover el mundo, de recuperar el viejo arte de la memoria y su organización espacial de la información, del hipertexto como papirola… Yo no daba crédito, un historiador capaz de aunar en un discurso el humanismo y la cibernética con un lenguaje claro y poético, lleno de metáforas ajustadas a una construcción intelectual con la que ordenaba el mundo presente y el porvenir. Para Antonio el Humanismo consiste en centrar al hombre en sus medios, un objetivo que puede resultar extraño desde una visión cultural más tradicional y suspicaz con todo lo que suene tecnológico, pero, si dejamos a un lado nuestros prejuicios contra las máquinas y nuestros apegos fetichistas, nada resulta más natural que la preocupación por el ser humano pase por los medios que lo hacen, precisamente, ser lo que es. El humano, ese ser híbrido continuamente transformado por los artefactos que crea.

Antonio lleva años de ventaja y reflexión sobre el tema, pues desde 1975 está estudiando las transformaciones socioculturales que producen las nuevas tecnologías. Su libro Navegar por la información (1990) fue un ensayo absolutamente pionero que introdujo en España, cuando aún no sabíamos ni lo que era el correo electrónico, una aguda reflexión sobre la revolución digital que todavía hoy sigue vigente. Es también autor de libros electrónicos en los que aprovecha las posibilidades hipertextuales y multimedia del nuevo soporte, como en su brillante y sorprendente ensayo, Los estilitas de la sociedad tecnológica. Los que estén interesados en El futuro del libro y el libro del futuro, no dejen de leer una conversación entre Antonio y Roger Chartier, donde se resume muy bien los pros y los contras del libro que viene, lo que se pierde y lo que se gana.

Cuando comenzamos la aventura de la revista El Estado Mental, en las conversaciones previas en las que hablábamos y hablábamos sobre este presente confuso y en crisis, a menudo me escuchaba repitiendo las ideas de Antonio. Fue al primero que entrevistamos para la revista. Lo citamos en la galería Moriarty, estaban Borja Casani, José Luis Gallero, Adam Jorquera e Iker Seisdedos. Yo me había vuelto a leer con placer sus e-textos y había preparado una batería de preguntas con el objetivo de que quedaran resumidas las ideas de Antonio que tanto me habían servido, a mí y a muchos de sus alumnos, para entender los desafíos de esta sociedad tecnológica. Dos horas duró la entrevista, José Luis y Borja metieron baza, y Antonio nos respondió en todo momento con una claridad y concisión deslumbrantes. Al transcribir sus palabras me volvió a sorprender lo bien armado que tiene su discurso, si una entrevista es la versión de una conversación por parte del periodista, en este caso, apenas hubo margen para la interpretación, y las intervenciones de Antonio, salvo en un par de añadidos que le pedí por escrito, constan como fueron dichas aquella mañana en el despacho trasero de la galería Moriarty. Disfruten pinchando aquí.

lunes, 4 de abril de 2011

El Pasmo de Triana y su cuadrilla. Y al garrotín, al garrotán.


Ayer hablé de los sevillanos y cite a Belmonte, el Pasmo de Triana, como ejemplo heterodoxo, genio y figura, en contraposición al estereotipo chato del sevillano de pro. De la excelente biografía Juan Belmonte, Matador de toros, escrita por Manuel Chaves Nogales entresaco esta cita que refleja muy bien el temple sentimental de los sevillanos respecto a su ciudad. Resulta que el torero se encontraba en tierras venezolanas, después de meses recorriendo con éxito las plazas de América, y su cuadrilla andaba tristona por la morriña:

“Mi cuadrilla se pasaba las horas muertas mirando al mar y pensando en Sevilla.
-¿Qué hora es?- preguntaba uno.
-Por la catedral, son las siete menos cinco-replicaba otro.
-Las siete y diez por la plaza Nueva- corroboraba el tercero.

Porque los sevillanos que iban conmigo se obstinaban en llevar sus relojes por el horario de Sevilla, que era el bueno, según ellos. En todo el mundo no había hora más cierta que la del reloj del Ayuntamiento de Sevilla o la que cantaban las campanas de la giralda que, azuzando el oído, se hacían la ilusión de escuchar a lo lejos.

-¡Las siete! Ya hay pescado frito en la Europa –recordaba alguno.
-Las aceituneras y las corchotaponeras han salido ya de las fábricas. Pronto estará llena de mocitas la Alameda.
-¡Aquéllas si que son mujeres!
-¡Cómo estará a estas horas el Altozano!
-¿Te acuerdas de las medias cañas de Valbanera?
-¿Y de los “sordaos de Pavía” del Postigo?
¡Ay, mi Triana!
-¡Ay, mi Sevilla!

Y terminaban llorando, o poco menos.”

Y hasta ahí Belmonte y su cuadrilla tristona y aquella Sevilla de antes de la guerra. Les dejo con una canción mítica que forma parte del ADN de la heterodoxia sevillana, andaluza y universal, hermoso ejemplo de bastardía musical: El Garrotín de los Smash, su mayor éxito, publicado en 1971. Y con esto prometo no volver a escribir sobre Sevilla en un tiempo largo.

domingo, 3 de abril de 2011

Eso es así. Trilogía Sevillana.


Al trazar el estereotipo del sevillano a menudo se olvida su característica más saludable: el sentido del humor sobre sí mismo. Capillitas, falsos, superficiales, altaneros, sobrados de la vida, chistosos y holgazanes… sin embargo, es esa capacidad de reírse de uno mismo lo que libera a los sevillanos, a ellos y a los que los soportan, de estar cargando en eterna procesión con su máscara chauvinista; es esa la grieta que permite relativizar su naturaleza esencial, la de creerse habitantes de la ciudad más bonita del mundo y ser depositarios del salero. Es cierto que el amor patológico hacia la patria chica es una enfermedad común y que se cura viajando, pero al sevillano de pro le cuesta ir más allá de Matalascañas y del Rocío y si, en un arranque de valentía y de curiosidad, le da por ir a Madrid no tardará en volver desencantado, diciendo de la capital que aquello es muy grande, que la cerveza además de cara no es Cruzcampo, por no hablar de esa bárbara costumbre de tirar las cañas con dos dedos de espuma.

En una ocasión vinieron a verme a Madrid dos de mis mejores amigos, aunque por ser más precisos, vinieron a ver al Betis, que por estar penalizado no podía jugar en su campo un partido de liga contra el Mallorca. Yo estaba entonces con una novia japonesa con la que me entendía (es un decir) en inglés, y a la que mareaba con paseos turísticos por iglesias y bares, en un intento vano de paliar nuestros problemas comunicativos. Así que nos fuimos los cuatro a ver al Betis al estadio del Calderón. Los seguidores del Betis superaban con creces a los pocos despistados del Mallorca. Mi novia japonesa no paraba de reír rodeada del fervor sevillano de palmas y estridentes bocinazos que metía la afición antes de que empezase el partido. Cuando salieron los jugadores a calentar no pararon de aplaudir, durante diez minutos, sin decaer, mientras sonaban los anuncios por los altavoces: “el mejor cocedero de mariscos de Sevilla, carretera de Santiponce kilómetro cinco”… Porque todos los anuncios que sonaron aqeulla tarde en el Calderón eran de negocios sevillanos. En la presentación de los equipos, si en el caso del Mallorca fue una enumeración escueta y formularia, con el Betis el ritual incluía una grabación sobrestimulada de aplausos enlatados que iba rimando el nombre de cada jugador con alguna de sus supuestas virtudes: “Con la finta y el esprín: Joaquín”, “El portero está asustaó, saca la falta Assunçao” y así, por chistosos pareados, la plantilla completa. Menos mal que uno de mis amigos sabía de verdad inglés y pudo explicarle a mi novia japonesa algo de aquella ceremonia disparatada, un ejemplo más que prueba, fuera de casa, el apego del sevillano a su identidad.

Soy de la opinión de que el andaluz trasplantado mejora, como decía Antonio Machado; pero si me preguntan aviesamente por el estereotipo del sevillano, suelo responder con orgullo, contraponiendo a esa visión chata y estereotipada, la figura del sevillano heterodoxo como marca de distinción con la misma denominación de origen, ya saben, esas figuras impares y geniales que desde un Belmonte a un Silvio Melgarejo o a un Nazario o a un Kiko Veneno, certifican la existencia de otra Sevilla más allá de las sevillanas y de la Feria de Abril, otra manera al menos de vivir esa realidad. En cualquier caso es común al temple hispalense la sana virtud de reírse de uno mismo.

Vean si no -ahora que viene la Semana Santa y después la Feria- esta Trilogía Sevillana, donde unos manguis, unos pijos y unos alternativos, interpretados por una pareja de actores dan vida a tres maneras distintas y a la vez muy parecidas de ser sevillano, con sus contradicciones, sus idas de olla y su visión distorsionada del mundo visto desde su ombligo. A mí me hace mucha gracia este retrato, aunque es posible que la diversión pase por el autorreconocimiento y no sea transferible fuera de las fronteras andaluzas. Si eso es así (y los pimientos asao) los millones de visitas a estos cortometrajes serían una demostración más de que el sevillano sabe al menos reírse de sí mismo.







Y después del éxito buscan quien les produzca el largo "El mundo es nuestro", del que avanzan el tráiler. Fíjense en el detalle: no han hecho la película pero sí el tráiler.