domingo, 3 de abril de 2011

Eso es así. Trilogía Sevillana.


Al trazar el estereotipo del sevillano a menudo se olvida su característica más saludable: el sentido del humor sobre sí mismo. Capillitas, falsos, superficiales, altaneros, sobrados de la vida, chistosos y holgazanes… sin embargo, es esa capacidad de reírse de uno mismo lo que libera a los sevillanos, a ellos y a los que los soportan, de estar cargando en eterna procesión con su máscara chauvinista; es esa la grieta que permite relativizar su naturaleza esencial, la de creerse habitantes de la ciudad más bonita del mundo y ser depositarios del salero. Es cierto que el amor patológico hacia la patria chica es una enfermedad común y que se cura viajando, pero al sevillano de pro le cuesta ir más allá de Matalascañas y del Rocío y si, en un arranque de valentía y de curiosidad, le da por ir a Madrid no tardará en volver desencantado, diciendo de la capital que aquello es muy grande, que la cerveza además de cara no es Cruzcampo, por no hablar de esa bárbara costumbre de tirar las cañas con dos dedos de espuma.

En una ocasión vinieron a verme a Madrid dos de mis mejores amigos, aunque por ser más precisos, vinieron a ver al Betis, que por estar penalizado no podía jugar en su campo un partido de liga contra el Mallorca. Yo estaba entonces con una novia japonesa con la que me entendía (es un decir) en inglés, y a la que mareaba con paseos turísticos por iglesias y bares, en un intento vano de paliar nuestros problemas comunicativos. Así que nos fuimos los cuatro a ver al Betis al estadio del Calderón. Los seguidores del Betis superaban con creces a los pocos despistados del Mallorca. Mi novia japonesa no paraba de reír rodeada del fervor sevillano de palmas y estridentes bocinazos que metía la afición antes de que empezase el partido. Cuando salieron los jugadores a calentar no pararon de aplaudir, durante diez minutos, sin decaer, mientras sonaban los anuncios por los altavoces: “el mejor cocedero de mariscos de Sevilla, carretera de Santiponce kilómetro cinco”… Porque todos los anuncios que sonaron aqeulla tarde en el Calderón eran de negocios sevillanos. En la presentación de los equipos, si en el caso del Mallorca fue una enumeración escueta y formularia, con el Betis el ritual incluía una grabación sobrestimulada de aplausos enlatados que iba rimando el nombre de cada jugador con alguna de sus supuestas virtudes: “Con la finta y el esprín: Joaquín”, “El portero está asustaó, saca la falta Assunçao” y así, por chistosos pareados, la plantilla completa. Menos mal que uno de mis amigos sabía de verdad inglés y pudo explicarle a mi novia japonesa algo de aquella ceremonia disparatada, un ejemplo más que prueba, fuera de casa, el apego del sevillano a su identidad.

Soy de la opinión de que el andaluz trasplantado mejora, como decía Antonio Machado; pero si me preguntan aviesamente por el estereotipo del sevillano, suelo responder con orgullo, contraponiendo a esa visión chata y estereotipada, la figura del sevillano heterodoxo como marca de distinción con la misma denominación de origen, ya saben, esas figuras impares y geniales que desde un Belmonte a un Silvio Melgarejo o a un Nazario o a un Kiko Veneno, certifican la existencia de otra Sevilla más allá de las sevillanas y de la Feria de Abril, otra manera al menos de vivir esa realidad. En cualquier caso es común al temple hispalense la sana virtud de reírse de uno mismo.

Vean si no -ahora que viene la Semana Santa y después la Feria- esta Trilogía Sevillana, donde unos manguis, unos pijos y unos alternativos, interpretados por una pareja de actores dan vida a tres maneras distintas y a la vez muy parecidas de ser sevillano, con sus contradicciones, sus idas de olla y su visión distorsionada del mundo visto desde su ombligo. A mí me hace mucha gracia este retrato, aunque es posible que la diversión pase por el autorreconocimiento y no sea transferible fuera de las fronteras andaluzas. Si eso es así (y los pimientos asao) los millones de visitas a estos cortometrajes serían una demostración más de que el sevillano sabe al menos reírse de sí mismo.







Y después del éxito buscan quien les produzca el largo "El mundo es nuestro", del que avanzan el tráiler. Fíjense en el detalle: no han hecho la película pero sí el tráiler.

3 comentarios:

Pablo Rodríguez Burón dijo...

Grandes...

Anónimo dijo...

Ya ha salido el largo, y es una obra de arte, sevillana, eso sí.

Anónimo dijo...

Genial!
sevillano con sus sevillanadas.