domingo, 24 de abril de 2011

Christina Rosenvinge, Julio de la Rosa y Le Voyeur Méndez.


Cuando conocí a Julio de la Rosa (Jerez, 1972), yo estaba grabando mi segundo disco en el estudio de su hermano Leo, en Jerez. A través de este me llegó una maqueta con cuatro o cinco temas del proyecto en solitario que estaba preparando tras la disolución de El Hombre Burbuja, el grupo que lideró entre 1995 y 2002. Escuché de manera obsesiva aquella maqueta, llena de arreglos luminosos producidos por el mismo Julio en su estudio casero. Cuando salió M.O.S.,el disco, la mitad de las canciones de la maqueta no estaban y la producción era sorprendentemente sobria: batería, guitarras electricas, bajo electrico, percusión y poco más. Lo que al principio me pareció raro, y hasta lamenté por el cariño que le había cogido a la maqueta, con el tiempo me pareció una muestra de insobornable talento artístico. En M.O.S. además está una de las mejores canciones de desamor que se han escrito en este pais en los últimos años, Braile (segunda parte) , con un estribillo lapidario: canción de amor en braile/ y a los ciegos suerte.
Como Julio de la Rosa ha grabado tres discos más, el último de los cuales La Herida Universal se publicó en el 2010. Ha participado también en el proyecto Fantasma#3 (Los amores ridículos, 2006) y ha grabado numerosas bandas sonoras para cine, teatro y televisión, entre las que destacan Siete vírgenes y After (Alberto Rodríguez) y Una palabra tuya (Ángeles González-Sinde). Como escritor ha publicado los libros Tanto rojo bajo los párpados y Diez años foca en un circo.

Pueden ver el video de Tan Amigos, de La Herida Universal, una canción que retrata bien los amores de baja intensidad de estos tiempos nebulosos, donde los amantes no hablan de amor y si lo hacen, aclaran enseguida que lo suyo en realidad es sólo una amistad, sin compromiso, sin riesgo, sin miedo, sin futuro y sin pensión.



Del mismo disco, Las camareras, una celebración de los amores fugaces, de los tropiezos a pie de barra buscando camarera con la que aterrizar, una defensa con un punto de ironía del caracter del enamoradizo impenitente. En realidad -el protagonista entra en escena con heridas aún abiertas de un amor que me hizo mal- la canción más que una celebración de los amores frívolos, la escucho como un monólogo del malherido rumiando mentalmente una salida del laberinto pasional que aún lo hiere,ensayando a su vez una posible conversación con el amor que fue, una conversación de esas clásicas de ruptura, llena de detalles lacerantes, en este caso encarnados en camareras que uno imagina voluptuosas.



A Christina Rosenvinge la conocí hace unos cuatro años y poco tiempo después compartimos un viaje con los señores moriarty y otros amigos a la 57 Bienal de Venecia. La artista Sophie Calle había reunido en el proyecto que presentaba en el pabellón francés a 107 mujeres leyendo una carta de ruptura que un tal G. le había mandado para dar por terminada la relación amorosa que mantenía con Sophie. De esta obra ya me ocupé, en un post pasado.

En fin, Christina era una de esas 107 mujeres; en la foto Sophie la retrató en el bar del teatro Odeón parisino y en el video la grabó cantando una versión de la mencionada carta, en aquel patio de butacas de terciopelo rojo.
Christina entonces estaba componiendo canciones para su vuelta discográfica en español, después de una trilogía en inglés en la que contó con el apoyo de los músicos de Sonic Youth. Antes de Tu labio superior, el disco en solitario, sacó un Ep de siete canciones con Nacho Vegas. Un verano fatal, se llamó la criatura, de la que os dejo una nana, No lloro por tí, donde la nostalgia del paraiso (complejo de Edipo, lo llamó Freud)se conjuga con un sentimiento de ruptura en el susurro de una justificación por las lágrimas caídas que querrían ser por otra cosa, por ti desde luego, no:



Pocos cantantes pueden presumir tras 15 discos grabados de vivir su mejor momento artístico. De hecho, no creo que haya alguien como Christina en el panorama nacional, con una trayectoria que arranca con éxito de masas en los ochenta, continúa en los noventa en solitario, en el 2001 da un giro neoyorkino en tres discos, para en su última etapa volver al español con dos discos (además de aquel Verano fatal), Tu labio superior (2009) y La joven Dolores (2011) y ganarse la aceptación de crítica y público en España y Sudamérica.

De Tu labio superior, os dejo La distancia adecuada:



De La joven Dolores, Mi vida bajo el agua:



A Miguel Marcos, le conocí cuando propuse este curso de escritura de canciones en el Hotel Kafka, donde él da clases de armonía, composición y arreglos. Acaba de sacar su proyecto Le Voyeur Méndez, de la estirpe de un Tom Waits o de un Vinicio Capossela. Vestido de su personaje se le puede ver los domingos finales de cada mes en la sala Taboo, acompañado por otros músicos en un espectáculo loco y enérgico. Es joven pero ha hecho muchas cosas y ha tocado con mucha gente, un tipo activo donde los haya que se encargará de grabar las canciones de los estudiantes que asistan al curso. Aquí les dejo, El infierno, single promocional de su proyecto erótico-místico-bizarro-y-ambulante:

El Infierno

Ellos tres estarán este jueves 28 conmigo, a las ocho de la tarde, presentando el curso de escritura de canciones en el Hotel Kafka. Os esperamos, sois todos bienvenidos.

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