miércoles, 25 de mayo de 2011

Cualquier noche puede salir el sol



La recuerdo de niño, sonando en el tocadiscos familiar, con la voz de mi padre subrayando los remates de las estrofas y el principio y el final del estribillo. Es una canción magistral de casi seis minutos, y mi padre decía de ella que era una canción anarquista, supongo que por la abolición de la propiedad privada y el ideal comunitarista de los que hace gala el estribillo:

Oh, bienvenidos, pasad, pasad, de las tristezas haremos humo
mi casa es vuestra casa, si es que hay casas de alguien.

Esta nana en catalán -una de las canciones más hermosas que se han hecho en España en los últimos cuarenta años- narra desde el comienzo una fiesta a la que van llegando todos los personajes de ficción del acervo infantil. Como en la portada del Sargent Pepper´s se mezclan personajes de la cultura popular y de la cultura de masas: el hombre del saco, Peter Pan, Gulliver, Popeye, la emperatriz Sisí, Caperucita Roja, Carpanta, los Reyes de Oriente, Papá Noel, Tom y Jerry, los tres cerditos, Charlot, Drácula, Frankenstein, etcétera. La enumeración es larga y colorida y, cuando ya están todos, la canción se cierra con una invitación al oyente:

Oh, bienvenidos, pasad, pasad, ahora ya no falta nadie,
o quizás sí, ya me doy cuenta que sólo faltas tú,
también puedes venir si quieres, te esperamos, hay sitio para todos
el tiempo no cuenta, ni el espacio, cualquier noche puede salir el sol.

La interpretación de Sisa es hermosamente teatral, delicadamente chillona cuando lo tiene que ser, con un acompañamiento de piano juguetón, un violín tembloroso, unos coros ululantes como de borrachos en el estribillo y el ruido ambiental del gentío en una fiesta con descorche de champán incluido. La vigencia de esos arreglos se ve en los recopilatorios que sobre cantautores y cantantes protesta se suelen hacer por navidad. Muy pocas se salvan del paso del tiempo, y Qualsevol pot sortir el sol se salva siempre, se mantiene viva, como una fiesta iluminada por farolillos en mitad del campo. Salió a la luz en un disco del mismo nombre, en 1975, un año antes de que yo naciera.

“Ya no se diseñan paraísos terrestres, sino refugios de individuo” decía Vázquez Montalbán sobre esta canción. Añadía además que era una “apuesta por una poética individual, narcisista, en la que la memoria o el deseo no marcan apuestas civiles o épicas, sino la precaria afirmación de un yo frágil entre un nosotros insuficiente”. Pese a esta ruptura con el ámbito social, con el nosotros que había caracterizado el compromiso y el cancionero de la cultura antifranquista, y la deriva hacia lo domestico, en hermosa regresión edípica al mundo de la infancia individual, la canción fue censurada. En todo caso, y como decía Paul Valéry "un hombre solo está siempre en mala compañía", y la soledad del uno sueña con el amor de los otros, con la alegre compañía que le libre de los fantasmas y tristezas que lo habitan.

El sábado pasado, bajando por la calle Carretas hacia una atestada Puerta del Sol, una pancarta de dos metros llevada por anarquistas salió a mi encuentro: "Cualquier noche puede salir el sol que ilumine nuestra revolución". Me reí, recordando a Sisa y a mi padre, y constatando que pese a ser una canción-refugio-de-individuo había conseguido plasmar la alegría de lo común, la necesidad del apoyo mutuo, aquello que decía Bakunin de que "la libertad de los otros potencia la mía hasta el infinito". No es raro su recuerdo en estos días de soleada acampada, en esta protesta multitudinaria que, paradojas de la historia, de tanto esperarla nos ha cogido por sorpresa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Primo!!
Pensaba que tenías esto abandonado y me he encontrado todos los post nuevos 7 u 8 meses después...
Como has sufrido en tus carnes y como le pasa a muchas letras, unos se "inspiran" en otros, nadie (pocos) inventa nada.
La frase "cualquier noche puede salir el sol que ilumine nuestra revolución" la usaron Los Muertos de Cristo hace ya unos años enuno de sus temas.
Nos vemos algún día!
Feliz Falsedad!