viernes, 10 de junio de 2011

Al salir, dejen la Puerta del Sol abierta.

Ya ha empezado el desmonte de la acampada de Sol. El domingo sólo quedará un punto de información central de la red de asambleas de barrio que empezaron hace dos semanas. Casi un mes ha durado la ocupación del kilómetro cero, rompeolas de todas las españas, un mes de agitación y reflexión pública, una experiencia colectiva que yo no había vivido nunca con tal intesidad.
En el Café Central, donde trabajo los fines de semana, la acostumbrada cháchara de clientes y la frenética y fragmentaria de los camareros dio paso a una efervescencia mental compartida, a un pensar en común más allá de las dicotomías paralizantes. Lo que consiguen este tipo de actos simbólicos es ampliar el mapa de lo posible, la gente empieza a pensar en posibilidades que antes les parecían imposibles o inimaginables. De pronto, entre comanda y comanda, con una bandeja cargada en la mano, apurando los segundos que tarda en diluirse la espuma de una cerveza que espera su cliente, hablábamos de George Orwell y de la Barcelona revolucionaria que se encontró al llegar a España en el 36, de sacar el 31 de mayo 150 euros del cajero para asustar a los bancos, de la luminosa Puerta del Sol y también de sus sombras, de votar o no votar... Ahora que, después de casi dos años, voy a dejar de trabajar en el Central, me llevo el recuerdo de este último mes como el mejor de los regalos.
La experiencia además se extiende y amplifica por la red, sin las nuevas tecnologías el movimiento del 15 M no habría existido. Mis obligaciones familiares no me han permitido vivir los acontecimientos como me habría gustado, pero yo estuve, como millones de personas, acampando en la red. Con el privilegio del que ha podido disfrutar cualquier madrileño, encontrandome anteayer mismo la asamblea frente al congreso, asistiendo como fugaz espectador a las de Sol, bailando un rato con la batucada y coreando alguno de los lemas, haciendo fotos que un virus troyano maldito me ha hecho perder, viendo desaparecer tras un variopinto collage de murales subversivos a Paz Vega de su macrovalla publicitaria, paseando a mi hijo en carrito, a las claras del día, por debajo de los toldos, por esa arquitectura efímera, entre el zoco árabe y el puesto de melones al borde de la carretera.
En la red he podido ver a Manuel Castells en la Plaza de Cataluña de Barcelona, y a García Calvo en Sol agarrándose al micrófono y también al megáfono, oí con emoción las entrevistas radiofónicas que Amador Fernández-Savater y sus compañeros de una linea sobre el mar realizaron a distintos acampados, a uno de ellos lo presentaban justamente como acampado en la red. He leido un artículo de mi amigo Gerard Imbert, los apuntes de Acampadasol de Amador, la crónica del librero y escritor Carlos Pardo de la feria del libro contando su encuentro con compañeros de Sol que descubrían de pronto su condición de novelista, he seguido las noticias en El País y en su Eskup, y en el Público, y un largo etcétera, desde esta silla en la que me hallo escribiéndoles. Con adicción sigo los tuits de Rodríguez de las Heras y el Blog de Fernando Broncano, y a los dinamos de Madrilonia.
Acabo de ver un vídeo en Youtube de France 2 sobre el 15-M, un videoclip intenso que destaca la parte épica del acontecimiento, presentando como antecedente el bailoteo por derecho que se echaron los de Flamenco Contra los Bancos en una sede de Cajasol en Sevilla.


Me he pasado gran parte de mi vida, como militante primero y más tarde como observador, fascinado con el Mayo del 68, leyendo sobre aquella revuelta y anhelando haberla vivido para entenderla en su realidad palpitante, más allá de los relatos que la vienen contando. Ahora veo las luchas que se dan en los medios y entre las firmas de los periódicos para fijar lo que ha pasado, cada uno apropiándoselo a su manera para acallar el rumor y domesticar las dudas. Yo mismo me pregunto que ha pasado y entiendo que el acercamiento más fiable, también el más difuso, es la visión polifónica que describen todas las lecturas en su conjunto. Atreverse a dejar un interrogante abierto frente a las conclusiones cerradas, levantar el campamento hasta la próxima y negarse a dar un portazo. Dejar la Puerta del Sol abierta.
Esta imagen de la plaza tomada desde cuatro ángulos me parece un buen resumen no concluyente de la experiencia vivida, lo tomo prestado de Una linea sobre el mar, si clican encima lo veran mejor.

3 comentarios:

Laura dijo...

Gracias por este hermoso resumen de las atropelladas emociones que hemos vivido tantos....Por párrafos, es como si me estuvieras escribiendo a mmí misma sentada ante ordenador. Gracias.

Coral Herrera Gómez dijo...

me ha encantado!!!!!!! te mando besazos desde Costa Rica!!

Caminante dijo...

Hola, supongo que te dije que te copiaba este texto para republicarlo en mi blog...

*junio 17, 2011. Antonio Rodríguez de las Heras en el Boomeran(g)

Publicado por Fidel Moreno en su blog EL HOMBRE DELGADO el jueves 7 de abril de 2011 hombredelgado.blogspot.com/ (...)

... si no lo hice, disculpa.

Y... este movimiento ha sido un revulsivo estusiasmador para muchos, necesario ante la apatía reinante.
Gracias y hasta pronto: PAQUITA